Los países emergentes ya no estarán creciendo como lo hicieron en los últimos años y buena parte de Europa occidental continúa con problemas económicos. Pero desde la crisis sub-prime en 2008-2009, la economía mundial cambió definitivamente y, con ello, los supuestos básicos para la comercialización de bienes y servicios alrededor del mundo, entre ellos la fruta.
Si entre las décadas de 1980 y 1990 –antes de internet y de la globalización- las exportaciones mundiales apenas habían pasado de US$2.000 billones a menos US$4.000 billones, pero a partir del año 2000 esta cifra se disparó. Sólo entre 2003 y 2008, en cinco años, creció desde algo más de US$7.000 billones a poco menos de US$16.000. Y con los productos agrícolas ocurre algo similar. Si las exportaciones mundiales habían pasado de US$200 billones en los años 80 a cerca de US$700 billones para el 2000, éstas llegaron a casi US$1.400 billones para 2008. ¿La crisis del 2009? Significó apenas un pequeño bajón que se recuperó con creces al cabo de un par de temporadas. De hecho, la producción mundial de frutas continuará creciendo. De las 400 millones de toneladas que había a nivel mundial en 2014, se pasaría a unos 500 millones para 2018.
“La pregunta clave es por qué la agricultura es tan resiliente”, afirma Marta Barriga, consultora de Euromonitor Internacional, compañía global de inteligencia estratégica. La respuesta es múltiple, pero se puede resumir en una palabra: escasez.
Mercado en expansión
En la actualidad la globalidad del mercado indica que el sector del Asia Pacífico es el mayor productor de fruta del mundo, con un 65% y seguido por América Latina con el 11%. Los productos principales son banana (17%), naranjas y mandarinas (14%) y manzana (11%), seguidos por peras y uvas (10%). En este contexto los arándanos (que ocupan apenas 0,17% de las ventas globales) en 2013 fueron los de mayor crecimiento, con un 9%; en comparación, mientras las ventas de uva de mesa se alzaron en 14% entre 2008 y 2013, las de arándanos subieron en 32%.
Los principales países productores de fruta (Estados Unidos, China), aumentaron sus envíos entre 10% y 20% en el periodo 2009-2013, mientras que otros como Chile, Argentina, Sudáfrica y Nueva Zelanda lo hicieron en cifras cercanas al 10%. Y en las importaciones, Rusia, Reino Unido y Alemania aumentaron las compras en rangos sobre el 5%.
“El mercado global se está expandiendo y eso es desafiante”, señala Marta Barriga. Los factores de crecimiento son diversos. Los acuerdos comerciales internacionales –que facilitan la comercialización de productos- han aumentado de 150 en 1995 a casi 300 en 2010. Junto con ello el crecimiento poblacional del mundo sigue firme, liderado por los países en desarrollo (Asia Pacífico, Medio Oriente y América Latina), que tendrán 630 millones más de habitantes en 2020 en comparación a 2011. A largo plazo, se estima que de los 7.000 millones de personas que hay en el mundo actualmente, la cifra subirá a 9 mil millones el año 2050.
Pero no sólo habrá más gente, sino que también tendrá (o, en rigor, ya tiene) hábitos distintos. Para 2018 las proyecciones indican que habrá 700 millones de personas más que vivirán en áreas urbanas (con acceso a bienes y servicios), en comparación a menos de 100 millones que se incorporarán a las rurales. Y, además, los ingresos monetarios serán mayores. Entre 2011 y 2020, el PIB per cápita de las personas habrá crecido en más de 40% para los habitantes del Asia Pacífico, en 35% para los latinoamericanos y en 30% para los de Europa del Este, mientras que en Estados Unidos se maneja una cifra similar a esta última y Europa occidental verá crecer sus ingresos en 20%.
En América Latina, por ejemplo, cada persona tendrá en promedio casi US$ 3.000 más para gastar al año. Esto significa que dispondrán de más dinero para alimentos; se estima (según Euromonitor) que el 20% al 30% del ingreso adicional se utiliza en alimentación. Actualmente, mientras en Estados Unidos el 9,9 % de los recursos económicos de una persona se destina a este ítem, la cifra se eleva al 13% en Holanda, 19,7% en Australia, 22% en Francia, 25% en China y hasta 75% en lugares como Zambia.
“Existe un aumento sistemático de la demanda en todo el mundo. Hay una incorporación de la clase media al consumo en lugares como Polonia, América Latina y la India. Y cuando tienes más recursos, lo primero que haces es que tu familia coma mejor y más sano, y eso al final se llama fruta fresca”, resume Miguel Allamand, presidente de Exportadora Subsole.
Como consecuencia de esta realidad, el mapa de los destinos de las exportaciones ha ido cambiando. En el caso de Subsole, por ejemplo, si en 2005 el 83% de sus ventas de uva de mesa iba a Estados Unidos y Europa, y el 16% a otros mercados, para 2013 su principal destino había bajado a 66% y los países emergentes ascendido al 33%.
Para Marta Barriga, de este cambio está en los países en desarrollo: crecen más rápido en población e ingreso, la clase media se expande en forma acelerada, están mejorando su infraestructura y cadenas de distribución y están enfatizando la firma de protocolos y acuerdos comerciales, entre otros factores. En estos mercados las ventas en tiendas de alimentos están subiendo a tasas que pueden llegar a casi el 11%, con cifras similares para el aumento de servicios de alimentos y la adquisición de comida empaquetada y/o lista para servir. En este último aspecto las cifras representarían un alza de 12,7% a nivel mundial en el periodo 2014-2019.
Estos factores muestran que el consumo seguirá aumentando y que, a su vez, lo hará en formatos diferentes a los tradicionales. Los nuevos consumidores buscan que los alimentos tengan diversas características a la hora de adquirirlos: que sean convenientes y fáciles de consumir, de calidad y sanos, lo cual también se aplica a la fruta. “Por una parte las ventas de fruta que más crecen son las de aquellas sencillas de comer. Además, la población está envejeciendo y, por temas de salud, este rango etario demanda un mayor consumo frutícola. Por eso debemos promocionar sus valores nutricionales, que van mucho más allá de la cantidad de azúcar. Por otra parte los productores deben estar conscientes sobre la implementación de buenas prácticas agrícolas”, dice Johannes Holtzhausen, de Spinneys Dubai LLC, la principal cadena de supermercados de los Emiratos Árabes Unidos.
Desafíos para productores y exportadores
Para los productores y exportadores esta nueva realidad implica competir con cualquiera en cualquier lugar. “La única forma de operar en un mercado consiste en tomarse el tiempo para entender cuál es su cultura alimenticia: cómo come, cuándo y qué come. Tenemos que conocer en detalle cómo lo hacen. No sólo mirar aspectos globales… Hay que encontrar el producto adecuado para un cierto mercado”, señala Johannes Holtzhausen.
Ese trabajo lo están haciendo en Giumarra Companies, una compañía productora y comercializadora de alimentos de origen estadounidense. “Tenemos a la gente consumiendo cada vez más snacks. Por eso nuestra industria necesita trabajar en cómo convencerla de que coma menos barras de chocolates y más arándanos o uvas. El branding debe ser un enfoque en nuestra industria”, señala su vicepresidente de Desarrollo Global, Tom Richardson.
Un ejemplo de su trabajo con los clientes ocurrió en Corea. En 2012 se abrieron las exportaciones de arándanos a ese país para Oregon. En julio de ese año, Giumarra Companies le vendió tres contenedores. Al poco tiempo, la empresa supo que los arándanos chilenos también podían venderse en el mercado coreano e hizo su primer envío. De 120 toneladas chilenas vendidas en 2012, la compañía pasó a 350 en 2014. Hoy provee de arándanos a Corea del Sur durante nueve meses consecutivos.
Hoy uno de los desafíos de la industria exportadora está en cómo crecer en calidad y cantidad rápidamente para abastecer a los nuevos mercados que se incorporan al consumo. “Cuando se abre un mercado demanda sanidad. Hoy día no existen mercados permisivos en el tema de la inocuidad de la fruta. Aquellos productores y exportadores que crean que no hay necesidad de certificaciones, están comprando el desastre. No existen mercados de ese tipo hoy día”, afirma Miguel Allamand.
Cambios en la uva de mesa
Por otra parte esta nueva realidad hace cada vez más complicado colocar calibres medianos. No sólo se produce un castigo al precio cada vez mayor, sino que los mercados emergentes quieren fruta más grande, lo que ha producido un movimiento para cultivar nuevas variedades con mayores calibres, de más alta productividad y menores costos de producción. En California, por ejemplo, en la última temporada las variedades tradicionales de uva de mesa tales como Crimson y Thompson han tenido descensos de 18% y 40%, respectivamente. Casi el 40% de la producción corresponde a variedades nuevas.
Otro de los principales desafíos para los productores y exportadores está la comercialización. ¿Cómo abastecer con calidad y oportunidad a un mercado en permanente crecimiento? “Lo que necesita un supermercado es fruta homogénea y a lo largo de todo el año, y en mayor cantidad”, responde Allamand.
En este contexto, señala el presidente de Subsole, para el comprador el problema más importante radica en el momento de la temporada en que se cambia de origen de proveedor. “Si se equivoca el consumo de todo su supermercado puede caer drásticamente”, afirma. La situación plantea un cambio en las relaciones entre los países proveedores-competidores para un cierto tipo de fruta y nicho. El sistema de comercialización debe ajustarse a la nueva realidad de aumento de la demanda, escasez, calidad y sanidad.
“En la actual estructura mundial –señala Allamand- ya no conviene que al competidor le vaya mal. Necesitas que le vaya bien para que el consumo siga activo”. Por eso, algunas empresas han empezado a realizar convenios con sus “competidores” para, en conjunto, garantizar un abastecimiento continuo de los clientes. Es lo que sucedió con Subsole y la sudafricana Westfalia Fruits. Formaron la empresa Westsole, que permite abastecer palta desde Colombia en aquellos meses en los cuales –por temporada- no pueden hacerlo desde Sudáfrica, Chile o Perú.
“Estamos alimentando el mundo de una manera sana. Debemos desarrollar relaciones con nuestros proveedores y clientes. Vemos un gran futuro para nuestro negocio”, señala Tom Richardson. A lo que el presidente de Subsole agrega. “Esta situación es una tremenda oportunidad para nuestra industria y para la gente que trabaja en el campo. Depende de nosotros”. La demanda y el consumo están ahí.
Fuente: Red Agrícola /Por Jorge Velasco Cruz