Por Karina Buzzetti. Ingeniera agrónoma, Magíster y Doctora en Ciencias de la Agricultura
La evidencia del cambio climático ha sido discutida ampliamente en el entorno científico, en especial respecto a los efectos del calentamiento global y la extensión de los fenómenos de sequía, cambios en la distribución de zonas climáticas, entre otros.
La severa sequía observada en los últimos años ha afectado transversalmente distintas zonas geográficas, observándose consecuencias por ejemplo en el sur y centro de Europa, así como en distintas zonas de América.
En la provincia de Salta, Argentina, la sequía ha repercutido drásticamente en la muerte del ganado por falta de alimento. En cuanto a Bolivia y el sur de Perú, la producción de cultivos- vitales para las comunidades- se ha visto también severamente afectada. Por su parte California, buscando manejar las consecuencias de la escasez de agua, ha implementado hace tiempo atrás orden ejecutiva para mantener las restricciones temporales de consumo de agua en todo el territorio, medida que al menos se extendería hasta el año 2017 y que ha sido implementada de manera similar en algunas zonas de Brasil.
En Chile, país que también atraviesa por la que ha sido denominada “peor sequía del último siglo”, la primavera ha generado estragos en la producción frutícola por eventuales ocurrencias de lluvias, granizos y heladas en períodos atípicos, los que han tenido consecuencias similares a las observadas en el Valle de Neuquén, Argentina, en especial en cultivos de cosecha temprana como los cerezos donde, a pesar de las medidas paliativas implementadas los últimos años -como uso de coberturas o techos- éstas no han sido suficientes para evitar las dramáticas pérdidas productivas. Lamentablemente, tampoco la magnitud de estas precipitaciones compensa la escasez de agua acumulada.
En otra arista del problema, quienes aparentemente estarían más adaptados para estas variaciones serían las plagas como insectos y ácaros. Distintos autores como Boggs, Forrest y Lobo (referencias) plantean que, dada la plasticidad y dependencia que poseen estos organismos a la acumulación térmica (entre otros factores), características biológicas como el voltinismo, interacciones con otras especies o distribución por nicho ecológico podrían verse afectadas.
La falta de alimento producto de la sequía fuerza por ejemplo a algunos insectos fitófagos polífagos como trips y langostas a migrar de zonas no intervenidas, a sectores cultivados, situación que es replicada por otras especies como algunas polillas, mariposas y coleópteros, ocurriendo diversos reportes de ataque de insectos considerados ocasionales o secundarios, los que adquieren especial interés en agricultura centrada en la exportación, por aumento en los rechazos cuarentenarios.
La duración de los ciclos de desarrollo y sus períodos de traslape es también afectado por las variaciones térmicas, por lo que se deben reforzar las medidas de manejo tomando la precaución de replicarlas si corresponde luego de lluvias que, por lo general, disminuyen la efectividad de las herramientas utilizadas.
La mayor disponibilidad de agua libre depositada sobre la fruta alternada con períodos calurosos favorece también el desarrollo de enfermedades, lo que ha obligado en algunas zonas geográficas a reforzar los programas fitosanitarios hasta incluso duplicar el número de aplicaciones requeridas por temporada, con los consecuentes riesgos de generación de resistencia, aumento de residuos en la fruta, aumento en los costos operacionales, entre otros.
Así como la agricultura en Israel y otras zonas áridas han sido referentes en tecnologías de riego, por todo lo observado producto del cambio climático es con urgencia requerido avanzar en la implementación y difusión de herramientas involucradas en una agricultura sustentable, donde la educación y transferencia de tecnología son pilares fundamentales, en especial en áreas donde la agricultura es la base de subsistencia de comunidades.
Se requieren urgentemente medidas gubernamentales asociadas y coordinadas entre las entidades influyentes en estos ámbitos en cada país, pues estas consecuencias son transversales y no discriminan por área geográfica. No obstante, la participación de los respectivos gobiernos es fundamental, debe destacarse también que cada uno de nosotros es participe del fenómeno, por lo que las medidas paliativas tomadas en conjunto son también un gran aporte en sobrellevar esta gran problemática mundial que ya está instalada en nuestro día a día.
Referencias
1Boggs, C. L. (2016). The fingerprints of global climate change on insect populations. Current Opinion in Insect Science, 17, 69-73.
2Forrest, J. R. (2016). Complex responses of insect phenology to climate change. Current Opinion in Insect Science, 17, 49-54.
3Lobo, J. M. (2016). The use of occurrence data to predict the effects of climate change on insects. Current Opinion in Insect Science, 17, 62-68.
Fuente: Portal Frutícola