El Programa Estratégico Fruticultura Sustentable de la región de Valparaíso recibió hace pocos días la aprobación por parte del CPIE, lo que significa que este programa estratégico regional está facultado para implementar el plan de trabajo para potenciar y posicionar a la fruticultura regional en los exigentes mercados internacionales, a través de la una serie de mejoras que incluyen las adopción urgente de nuevas tecnologías, un uso más inteligente del recurso hídrico, aumentar el capital social, acercar a productores a universidades y centros de I+D, entre otros desafíos. El Programa Estratégico Fruticultura Sustentable de la región de Valparaíso es una matriz de trabajo que involucra a toda la cadena de valor y que plantea una visión a 10 años.
Recordemos que este programa es una iniciativa de Corfo que busca mejorar la calidad del sector frutícola regional, incorporando tecnologías de avanzada, mejorando capital humano, gestionando los recursos hídricos, etc (hacer mención a las brechas) con el objetivo de lograr posicionar los productos de la región en mercados más exigentes que sean capaces de pagar precios más altos por dichos productos, generando un círculo virtuoso que impacte toda la cadena de producción. Para ello centra sus acciones en cuatro frutos: cítricos, paltos, nogales y uva de mesa.
“Cada vez más el productor, en este caso el emprendedor-empresario, está tomando más conciencia de las señales que mandan los mercados, y hoy en día los países, más allá del consumidor propiamente tal, están sacando normas que están enfocadas hacia los productos sanos, inocuos y obviamente también hacia la sustentabilidad de los procesos productivos”, dice Héctor Leiva, director regional (s) de Corfo Valparaíso. “Creo que todo esto se conjuga para que los protagonistas de este sector dentro de la región jueguen un rol fundamental en el desarrollo de las iniciativas y actividades del programa, es deseable que el programa lo asuman ellos, que se apropien de este programa.
Este programa es el correlato natural, testigo de los esfuerzos público-privado de los últimos 20 años, de toda una estrategia nacional que viene planteando hace décadas la necesidad de innovar en múltiples procesos, incorporar tecnologías, mejorar las condiciones laborales, respetar el medio ambiente, entre otros aspectos claves. La diferencia es que hoy en día, con el vertiginoso desarrollo de las TICs, el acceso a mayor y mejores fuentes de conocimiento y al abaratamiento de nuevas tecnologías, la urgencia de generar esta transformación es real y posible. Antes, existía quizás una brecha de conocimiento, know how y tecnologías, hoy en día esas brechas son casi inexistentes.
Lo que el Programa Estratégico pretende es acelerar los procesos de innovación en la industria frutícola, mediante la incorporación de tecnologías de punta a los campos, la innovación de procesos productivos y de gestión y la visión de que esto solo será posible mediante un trabajo colaborativo, donde todos los actores aporten con sus conocimientos en favor de un bien mayor: lograr posicionar a la fruticultura regional como uno de los top ten global para el 2026.
La región es una potencia frutícola que debe fortalecerse
A nivel nacional, esta región es la segunda en importancia en cuanto a superficie (47.053 há de plantaciones) y en donde la fruticultura representa el 15% de los ingresos y explica el 51% de exportaciones NO cobre. La producción en la región se concentra en múltiples especies, pero sólo 4 de ellas- paltos, cítricos, uva y nueces- representan el 84% de la exportación frutícola de la región, con un valor de exportaciones de US$735 MM.
La exportación de fruta fresca genera cerca de 70 mil empleos en la región, equivalentes al 15,5% respecto de los 450.000 empleos al año que genera el total de la exportación de fruta fresca del país, lo cual significa que por cada US$1.000 exportados se genera unos 17 empleos.
En cuanto a la caracterización de los productores, la gran mayoría de los productores de fruta de exportación corresponden a emprendimientos de tamaño pequeño y mediano. Los pequeños productores- con menos de 10 ha representan el 74% del total de productores y un 18% de la superficie de la región (8.500 ha). Los medianos productores- de entre 10 a 50 ha- representan el 20% del total, con el 312% de las hectáreas (14.800 ha). Por último, los grandes productores concentran el 50% de las ha (23.700 ha), y representan el 6% de los productores de la región, aglutinados en 200 empresas.
Identificando brechas
Sabemos que los paltos tienen el 59% de la superficie plantada, Vid de mesa 23,9%,, Nogales con un 12,5% y Cítricos con un 9,2%, de la superficie plantada.
Durante los últimos años, y a nivel mundial, se han diversificado los tipos de productos de categoría sustentable, existiendo hoy distintas etiquetas que definen los productos según las condiciones en que ha sido desarrollado, y orientado a los nuevos hábitos del consumo de los mercados:
-Productos orgánicos: Este tipo de alimentos ha sido producido sin uso de pesticidas, hormonas u otros químicos, en procesos productivos amigables con el medio ambiente.
-Productos comercio justo: Los principios que defiende el comercio justo apuntan a las mejores condiciones laborales, el trato igualitario y digno, la no explotación laboral, el cuidado del medioambiente, la entrega de más y mejor información al consumidor, entre otros.
-Productos no modificados genéticamente (no transgénicos): Son aquellos que no incluyen en su composición algún ingrediente procedente de un organismo al que se le ha incorporado, mediante técnicas genéticas, un gen de otra especie.
-Productos regionales: Priorizar los alimentos que han sido elaborados en la región, potenciando el comercio local. Esto también lleva de la mano un menor impacto ambiental por concepto de transporte.
-Productos de la estación: Consumo de frutas y verduras, según la época del año
-Huella de carbono y huella hídrica: informar sobre las ventajas que se logran al producir y transportar productos bajo la medición de la huella de carbono y huella hídrica.
“El programa es un orientador y aúna voluntades, pero aquí los protagonistas son los fruticultores de la región de Valparaíso, no es el programa en sí mismo. El programa da algunas luces, les dice lo que se acordó o visualizó y que es bueno que trabajen en ello”, señala Leiva. “El programa les puede ayudar a hacer los puentes, los caminos, pero tiene que haber voluntad de ello y nosotros estamos bastantes satisfechos de la respuesta de todos los actores involucrados”.
Este programa busca generar un nuevo estándar y metodología en el cómo se han venido haciendo las cosas en el sector en los últimos. De ahora en adelante es urgente que la labor innovadora e investigadora de las universidades, esté direccionada a resolver las necesidades y carencias del sector productivo, quienes a su vez, deben abrir sus puertas para que la colaboración y el trabajo mancomunado comience a dar los frutos que el sector y el país necesitan. Universidad y sector privado, más el apoyo del estado a través de su completa batería de instrumentos, debe ser (de una vez por todas) la fórmula para dar el salto a un fruticultura desarrollada y sustentable
Formar capital humano que conozcan las tecnologías y también implementar en la docencia la formación de capital humano. “Acá en la región de Valparaíso el diálogo debe ser fuerte entre la agronomía y las ingenierías, especialmente con las ingeniería del programa Ingeniería 2030. Tecnologías para la agricultura. Por ejemplo, implementar tecnologías de cuando vendrán las heladas, crear sistemas que permitan anticiparse a estas problemáticas, monitorear, experimentar, instalar sensores, la llegada de la internet de la cosas al campo”, dice Leiva.